Jack Canfield
Pocos días después del último rodaje en el estudio de pintura de Amparo, empezamos la preproducción de la siguiente secuencia. En un principio, empezamos a preparar la secuencia del productor discográfico. Pero hubo un cambio de planes.
Nos dimos cuenta de que por cuestiones de producción debíamos rodar lo antes posible la última secuencia. El motivo era, básicamente, que en ella debían estar ciertos actores con los que debíamos contar para que la historia encajara. Si alguno de esos actores, se iba de España en cualquier momento, fuera por motivos de trabajo o personales, tendríamos un problema para contar la secuencia debidamente. Decidimos pues, posponer la quinta secuencia y empezar la preproducción de la última, el epílogo de la película. Fue entonces cuando empezamos a preparar con especial urgencia la táctica de la próxima batalla. La batalla más dura que lidiamos en toda la película, sin duda alguna.
La localización
Como en ocasiones anteriores, empezamos a buscar una localización para la última secuencia. En esta ocasión buscábamos el jardín de una casa, un exterior y lo grabaríamos por la noche. Se trata del único exterior que hicimos en la película. Lo decidimos así por varias razones. Las principales fueron, por un lado, porque dramáticamente lo exigía la secuencia. Se trataba de una reunión de amigos en la que el anfitrión oraba un discurso a favor del arte y la necesidad de crear en un lugar en el que los personajes se olvidaban, al menos temporalmente, de sus nubes negras, sintiéndose más en armonía consigo mismos, más seguros, más libres. Por otro lado, oxigenaba la película. Todas las historias se cuentan en interiores y tener un exterior en el final ayudaba a potenciar el mensaje que queríamos transmitir, se rompían las cuatro paredes que habíamos visto en secuencias anteriores.
Vimos diferentes opciones pero ninguna nos terminaba de cuadrar, si no era porque había vecinos a los que pudiéramos molestar era por una cuestión de fechas, porque no nos parecía lo suficientemente atractivo, etc…
Orse Olsen y un servidor. Gracias amigo. |
- Ya lo tienes.
- Pero… ¿Ya?, ¿así?, ¿tan fácil? – Contesté –
- Si, pero deberías quedar y hablar con Orse para contarle los detalles.
- ¡Claro, no hay problema!
Nos
reunimos al poco tiempo con él, le pasé el dossier y le conté los detalles. Él
sólo nos dio facilidades y ya teníamos casa donde grabar. Así de fácil. Ya solo
nos quedó cuadrar una fecha idónea para todos y finalmente, un sábado 2 de
Junio de 2012 volvimos al frente de guerra.
El reparto.
Aparte
de algunos de los actores que ya habían estado con nosotros en las secuencias
anteriores (Ana del rey, Erika Sanz, Marcos Pérez, Mapi
Molina, Daniel Braceli, Ana del Arco y yo) Necesitábamos, por un
lado, un par de actores que interpretaran a un par de poetas, muy distintos
entre si.
Germán Gámez e Iván Luís. Los poetas. |
Llamamos
a Iván Luís, que ya había participado con nosotros en nuestro primer
cortometraje Algo
extraño y se
ofreció encantado. El otro poeta se lo ofrecimos a Germán Gámez,
actor, poeta, escritor y amigo desde el instituto y además, por aquel entonces,
compañero de piso.
Por
otro lado, necesitábamos a dos personajes más que hablaran con María, el
personaje interpretado por Ana del Arco. Nos decidimos por Maxi
Mendía (Buen amigo nuestro y gran cantante) y Marcos Rodríguez, para que los
interpretan. Dieron el resultado esperado.
Sin
embargo, el papel más importante, era encontrar el personaje de Luís. Para
nosotros, Luís es un personaje esencial en la película porque es casi
alegórico, representa el concepto de la película a través de su discurso final.
Empezamos
a buscarlo e hicimos pruebas a varios actores. Entre ellos, vimos a David
García-Palencia, al cual ya conocíamos de haberlo visto trabajando en la
película La
fiesta.
Además de actor, también trabajaba como locutor y actor de doblaje. Para
nosotros, el personaje de Luís no debía ser solo buen actor, si no también
tener una dicción perfecta. Para nosotros fue una gran satisfacción que lo
interpretara.
Los ensayos.
De
todos los actores que había en esta secuencia, solo pudimos ensayar con David
García-Palencia. No solo por falta de tiempo, si no también porque su personaje
era sin duda el más relevante de todos, tenía un monólogo que había que matizar
y trabajar. Yo no pude asistir al ensayo por motivos de trabajo pero Esteban
quedó con él y trabajaron en el subtexto y las intenciones durante toda la
tarde. En cuanto al resto de los actores, no estábamos preocupados en absoluto.
Por un lado, porque tenían poco texto y por otro, porque ya los conocíamos y
podíamos intuir como lo harían. Bien, sin duda.
El rodaje.
Todos
empezamos el rodaje con máxima energía y decisión. Lo teníamos todo claro e
iríamos a por todas. Recuerdo que, media hora antes de comenzar, me llamó
Roberto Álamo. Hacia semanas que no nos llamaba después de haberle dado el
dossier aquella noche en el teatro español. (Una anécdota que contaré más
adelante, en la grabación de la secuencia del productor discográfico)
Nos tenía en vilo y no sabíamos si aceptaría el papel finalmente.
-
¡Hola Roberto! –
contesté ilusionado –
-
Hola José, ¿Qué tal?
-
Bien tío, aquí me pillas,
a punto de empezar a grabar la séptima secuencia de la peli
-
Ah, muy bien. Oye, perdona que no te haya llamado antes pero he tenido mucho
trabajo y, por otro lado, también quería estudiar bien la secuencia para
hablarte de ella con más tranquilidad.
-
Sin problema, no te preocupes. ¿Qué te ha parecido?
-
Bien. Me ha gustado bastante. Me gustaría que nos viéramos para hablar de ella
y de mi personaje.
-
Entonces, ¿Vas a hacer el papel?
-
Claro, claro. Cuenta conmigo.
Un
pequeño hormigueo me recorrió el estomago. Algo que hace unos meses atrás
parecía una utopía para nosotros ahora se estaba convirtiendo en realidad.
Roberto Álamo haría el papel. Tendríamos el placer y la responsabilidad de
dirigirlo en nuestra primera película. Hablamos algo más de la secuencia y de
su personaje y me despedí de él diciéndole que en cuanto fijáramos fecha en la
localización lo llamaríamos y nos reuniríamos para un ensayo. Cuando colgué y
se lo dije a Esteban solo pudimos abrazarnos fuertemente para luego volver a la
realidad presente con mucha más energía.
Preparar
este rodaje fue especialmente difícil, por varias razones:
Primera:
Los actores. Había que reunir de nuevo a varios de los actores que habían
participado en anteriores secuencias y teníamos que grabarla ese día si o si,
ya que un par de actores se iban fuera de España sin saber cuando volverían y
podríamos haber tenido problemas en un futuro y aquella noche era la única en
la que todos podían estar allí a las ocho de la tarde. Bueno, todos menos Ana
del Arco, que sólo podía quedar a partir de las once de la noche, ya que por
aquellos momentos, actuaba en una sala de microteatro
y salía a esa hora. Tuvimos que buscar a alguien que se encargara de recogerla
mientras nosotros empezábamos a grabar otras partes y la trajera al set sobre
las doce de la noche. Hablé con Javier Jiménez, un amigo mío periodista que
conocí haciendo el master de guión en Globomedia.
Esteban y yo estábamos dispuestos a, no sólo pagar la gasolina, si no también
pagar algo más por llevar a Ana a La Cabrera, a cuarenta y cinco minutos de
Madrid. Sabíamos que era un trabajo muy engorroso pero absolutamente esencial
ya que de los contrario, no habríamos podido seguir grabando. Javier no dudó un
instante y me dijo que contara con él. A las doce menos cuarto llegó Javier con
Ana. Perfecto. Gracias amigo.
Segunda:
La figuración. No fue nada fácil encontrar a gente que quisiera figurar tantas
horas y encima gratis. Faltaba una semana para grabar y aún no llegábamos a los
que necesitábamos. Decidimos poner un anuncio en Soloactores.com
y, aunque no nos llegaron muchos, entre los mails recibidos y amigos de amigos que se iban apuntando, conseguimos los mínimos que nos hicieron falta
para grabar la secuencia. Todos ellos tuvieron una actitud muy positiva y
actuaron con paciencia en cada toma hasta que terminó el rodaje. Gracias a
todos.
Tercera:
El clima. Sería el primer y único exterior que grabaríamos en toda la película
y a demás de noche. Recuerdo que en mitad del rodaje, con todo el equipo en el
porche de la casa, comenzó a llover, no demasiado, pero lo suficiente como para
poner en peligro el material de rodaje. Tuvimos que recoger todo rápidamente y
colocarlo debajo de un toldo y esperar. Fue un momento frustrante ya que íbamos
con retraso y no podíamos hacer nada hasta que dejara de llover. Por suerte, al
cuarto de hora la lluvia cesó y pudimos continuar.
Cuarta:
Los cuerpos de seguridad del estado. Los guardias civiles llegaron al rodaje
para ver qué tramábamos. Luego los municipales, pero todo quedó en nada. Laura
se encargó de hablar con ellos sabiendo que estábamos grabando de forma
absolutamente legal (estábamos en propiedad privada) y no molestábamos a nadie.
Quinta:
Cortes de luz. Hubo cortes en tres o cuatro ocasiones. Al principio saltaron
los plomos por conectar todos los focos a la vez. Fue ahí cuando nos dimos
cuenta de que, por muchos focos que tuviéramos, no íbamos a poder utilizarlos
todos. Orse tenía contratado hasta un límite y no podíamos pasar de ahí
y
tampoco teníamos un generador donde conectarlos. Los siguientes cortes fueron
parciales, se apagaban algunos focos pero, sin embargo, otros más pequeños y
las luces de la casa estaban encendidas. Debía ser algún punto de conexión
entre los focos. Eran las regletas, se habían quemado. Quedaron inutilizadas un
par de ellas y ahí nos dimos cuenta de que no podíamos cargarlas demasiado o
nos quedaríamos sin enchufes. También una manguera terminó casi ardiendo. De
haber pasado más tiempo sin advertirlo podría haberse incendiado y haber
quemado la casa. No quiero pensar que hubiéramos hecho entonces.
Sexta.
La grúa. No pudimos utilizarla tanto como quisimos. Queríamos hacer un último
plano secuencia al final de la película, pero era imposible, por pequeños
inconvenientes que en conjunto se hizo un problema importante. La cámara pesaba
demasiado para aquella grúa y el movimiento no era fluido. Tampoco el
movimiento de travelling
con la grúa era preciso, a cada baldosa la cámara pegaba un pequeño salto que
hacía el plano absolutamente inviable. Recuerdo un momento, serían las tres y
media o cuatro de la madrugada, en el que todo el equipo técnico estábamos
intentando ocupar un puesto en la grúa; dos para hacer el travelling,
otro para ir subiendo la grúa lentamente, otros para ir quitando las esteras
que colocamos sobre las baldosas donde se apoyaban las ruedas porque aparecían
en plano, etc…
Yo mientras observaba en el monitor las pruebas que se iban realizando y no
conseguíamos que el plano fuera fluido, por mucho empeño que pusiéramos, que
fue mucho. Tras unos minutos observando al equipo y al monitor, pensé que era
el momento de una reunión. Como diría José Luís toral, Gabinete de crisis.
- Chicos! – exclamé – dejadlo. Venid un momento todos por favor, vamos a reunirnos.
Todos
se acercaron y nos alejamos del set.
-
No funciona. –
Sentencié –
llevamos demasiado tiempo con este plano, vamos retrasados y está claro que no
funciona, por muchos esfuerzos que hagamos. No son las circunstancias idóneas
para este plano, no se puede hacer. Hay que pensar otra cosa.
Hubo
un silencio. Esteban me miró con frustración. Ambos sabíamos que era el último
plano de la película y que no podíamos hacerlo tal y como lo habíamos pensado
desde hacía tanto tiempo. Fue entonces cuando se me ocurrió una idea, otra
forma de resolver el plano.
-
Tengo un idea para arreglar esto, a ver que os parece. En vez de hacerlo en
plano secuencia, podemos hacerlo por cortes, es decir, grabar cinco o seis
planos, desde un plano cercano de Esteban hasta un gran plano
general donde veremos todo el mundo en el porche y luego hacer los cortes en
postproducción teniendo en cuenta los tiempos de la canción.
Otro
silencio.
-
Me parece buena idea –
respondió Esteban pensativo –
-
Si, puede estar bien –
apoyó Guillermo –
-
Si, sería más fácil de hacer –
dijo Manuel –
Todos
estábamos de acuerdo. Grabaríamos el plano así. Tampoco nos podíamos permitir
pensar muchas más soluciones así que de nuevo nos pusimos en acción.
Grabaríamos todos esos planos, pero empezando por el gran plano general ya que
la cámara ya estaba en la grúa. Luego, los demás los haríamos en trípode para
después, en montaje, montarlos al revés.
Séptima:
Explosión de cafetera. Si, explotó una cafetera. ¿Os ha pasado eso alguna vez?
A mi no, desde luego. Afortunadamente cuando explotó no había nadie en la
cocina pero de ser así, podría haber provocado quemaduras a los que en ese
momento hubieran estado allí y, consecuentemente, haber tenido que parar el
rodaje para socorrer a los afectados.
Octava:
Catering. A pesar de habernos gastado más de cien euros en catering para todos,
no pensamos en Mariam Torres, una de las actrices, que era vegetariana. En
mitad del rodaje vino Laura y me lo comentó y cuando estaba a punto de
lamentarme ella se adelantó y me dijo que ya se había encargado de prepararle
una ensalada. Supongo que la prepararía con la comida que tendría Orse
y Olga, los dueños de la casa. Nunca lo supe a ciencia cierta, pero se lo
agradecí enormemente.
Novena:
Retrasos. Todos los inconvenientes anteriores generaron retrasos en el plan de
rodaje el cual,
habíamos
planificado de ocho de la tarde a cuatro de la mañana. Todo el equipo empezó a
cansarse y hubo alguna pequeña tensión (perfectamente comprensible) por parte
del equipo artístico. Finalmente terminamos mas o menos como a las seis y pico
de la mañana. Fue muy duro, pero me sorprendió la actitud de la gente, de
todos. No perdieron en ningún momento la buena actitud. Creían en nuestra
película y sabían que era muy importante para nosotros.
Décima: Falta de planos y planos mal grabados. No dábamos abasto y aun así, nos faltaron algunos planos por grabar. Por suerte, los planos que faltaban se podrían volver a hacer en la casa (Los dueños nos dijeron que volviésemos cuando quisiéramos) con un equipo reducido y sin figuración (Eran planos muy cortos que podrían falsearse perfectamente). Tras chequear al día siguiente las tomas vimos lo que faltaba por grabar y lo que debía repetirse. Eran pocos. Sabíamos que aquellos planos los podríamos grabar en una noche, en un par de horas. Tendríamos que repetir sobre todo, el monólogo de Luis, el personaje de David García Palencia, y algunos planos cercanos de Ana del Arco.
Fue,
probablemente, el rodaje más duro con el que habíamos lidiado y en el que más
problemas había habido. Yo llegué a casa a las ocho y media de la mañana, dando
cabezadas en el coche y completamente roto.
Desperté
a mediodía con agujetas por todo el cuerpo como en el resto de secuencias. Aún
más. Con esa sensación de cómo si los reyes magos me hubieran dejado regalos en
el salón, me entró un deseo inmediato de ver las secuencias grabadas la noche
anterior, sin embargo, decidí esperar a Esteban para ver entre ambos que estaba
bien y que habría que repetir.
José Manuel Montes