martes, 23 de junio de 2015

Quinto día de rodaje: 2 de Junio de 2012




“No te preocupes por los fracasos, preocúpate con las posibilidades que pierdes cuando ni siquiera lo intentas”

                                                                                                                                       Jack Canfield


    Pocos días después del último rodaje en el estudio de pintura de Amparo, empezamos la preproducción de la siguiente secuencia. En un principio, empezamos a preparar la secuencia del productor discográfico. Pero hubo un cambio de planes.

Nos dimos cuenta de que por cuestiones de producción debíamos rodar lo antes posible la última secuencia. El motivo era, básicamente, que en ella debían estar ciertos actores con los que debíamos contar para que la historia encajara. Si alguno de esos actores, se iba de España en cualquier momento, fuera por motivos de trabajo o personales, tendríamos un problema para contar la secuencia debidamente. Decidimos pues, posponer la quinta secuencia y empezar la preproducción de la última, el epílogo de la película. Fue entonces cuando empezamos  a preparar con especial urgencia la táctica de la próxima batalla. La batalla más dura que lidiamos en toda la película, sin duda alguna.

La localización

Como en ocasiones anteriores, empezamos a buscar una localización para la última secuencia. En esta ocasión buscábamos el jardín de una casa, un exterior y lo grabaríamos por la noche. Se trata del único exterior que hicimos en la película. Lo decidimos así por varias razones. Las principales fueron, por un lado, porque dramáticamente lo exigía la secuencia. Se trataba de una reunión de amigos en la que el anfitrión oraba un discurso a favor del arte y la necesidad de crear en un lugar en el que los personajes se olvidaban, al menos temporalmente, de sus nubes negras, sintiéndose más en armonía consigo mismos, más seguros, más libres. Por otro lado, oxigenaba la película. Todas las historias se cuentan en interiores y tener un exterior en el final ayudaba a potenciar el mensaje que queríamos transmitir, se rompían las cuatro paredes que habíamos visto en secuencias anteriores.

Vimos diferentes opciones pero ninguna nos terminaba de cuadrar, si no era porque había vecinos a los que pudiéramos molestar era por una cuestión de fechas, porque no nos parecía lo suficientemente atractivo, etc…

Orse Olsen y un servidor. Gracias amigo.
Un día me acordé de mi amiga Laura Gutiérrez, directora de casting, de muchas películas españolas y publicidad, la cual, participó con entusiasmo con la peli ayudandonos como coach, directora de casting y valgopató, una auténtica jabata curtida en rodajes. Ella se casó en casa de Orsen Olsen (Su cuñado) y su mujer Olga. Esteban y yo tuvimos la suerte de grabar su boda. Cuando llegamos al lugar nos encantó. Le pregunté la posibilidad de grabar allí, no intercambiamos muchas palabras, solo le dije que sería una noche de 20 a 4 de la madrugada aproximadamente y que habría figuración. Al par de días Laura me llamó:

- Ya lo tienes.
- Pero… ¿Ya?, ¿así?, ¿tan fácil? – Contesté –
- Si, pero deberías quedar y hablar con Orse para contarle los detalles.
- ¡Claro, no hay problema!

Nos reunimos al poco tiempo con él, le pasé el dossier y le conté los detalles. Él sólo nos dio facilidades y ya teníamos casa donde grabar. Así de fácil. Ya solo nos quedó cuadrar una fecha idónea para todos y finalmente, un sábado 2 de Junio de 2012 volvimos al frente de guerra.

El reparto.

Aparte de algunos de los actores que ya habían estado con nosotros en las secuencias anteriores (Ana del rey, Erika Sanz, Marcos Pérez, Mapi Molina, Daniel Braceli,  Ana del Arco y yo) Necesitábamos, por un lado, un par de actores que interpretaran a un par de poetas, muy distintos entre si.
Germán Gámez e Iván Luís. Los poetas.

Llamamos a Iván Luís, que ya había participado con nosotros en nuestro primer cortometraje Algo extraño y se ofreció encantado. El otro poeta se lo ofrecimos a Germán Gámez, actor, poeta, escritor y amigo desde el instituto y además, por aquel entonces, compañero de piso.

Por otro lado, necesitábamos a dos personajes más que hablaran con María, el personaje interpretado por Ana del Arco. Nos decidimos por Maxi Mendía (Buen amigo nuestro y gran cantante) y Marcos Rodríguez, para que los interpretan. Dieron el resultado esperado.

Sin embargo, el papel más importante, era encontrar el personaje de Luís. Para nosotros, Luís es un personaje esencial en la película porque es casi alegórico, representa el concepto de la película a través de su discurso final. 

Empezamos a buscarlo e hicimos pruebas a varios actores. Entre ellos, vimos a David García-Palencia, al cual ya conocíamos de haberlo visto trabajando en la película La fiesta. Además de actor, también trabajaba como locutor y actor de doblaje. Para nosotros, el personaje de Luís no debía ser solo buen actor, si no también tener una dicción perfecta. Para nosotros fue una gran satisfacción que lo interpretara.
 
Los ensayos.

De todos los actores que había en esta secuencia, solo pudimos ensayar con David García-Palencia. No solo por falta de tiempo, si no también porque su personaje era sin duda el más relevante de todos, tenía un monólogo que había que matizar y trabajar. Yo no pude asistir al ensayo por motivos de trabajo pero Esteban quedó con él y trabajaron en el subtexto y las intenciones durante toda la tarde. En cuanto al resto de los actores, no estábamos preocupados en absoluto. Por un lado, porque tenían poco texto y por otro, porque ya los conocíamos y podíamos intuir como lo harían. Bien, sin duda.

El rodaje.

Todos empezamos el rodaje con máxima energía y decisión. Lo teníamos todo claro e iríamos a por todas. Recuerdo que, media hora antes de comenzar, me llamó Roberto Álamo. Hacia semanas que no nos llamaba después de haberle dado el dossier aquella noche en el teatro español. (Una anécdota que contaré más adelante, en la grabación de la secuencia del productor discográfico) Nos tenía en vilo y no sabíamos si aceptaría el papel finalmente.

- ¡Hola Roberto! contesté ilusionado
- Hola José, ¿Qué tal?
- Bien tío, aquí me pillas, a punto de empezar a grabar la séptima secuencia de la peli
- Ah, muy bien. Oye, perdona que no te haya llamado antes pero he tenido mucho trabajo y, por otro lado, también quería estudiar bien la secuencia para hablarte de ella con más tranquilidad.
- Sin problema, no te preocupes. ¿Qué te ha parecido?
- Bien. Me ha gustado bastante. Me gustaría que nos viéramos para hablar de ella y de mi personaje.
- Entonces, ¿Vas a hacer el papel?
- Claro, claro. Cuenta conmigo. 

Un pequeño hormigueo me recorrió el estomago. Algo que hace unos meses atrás parecía una utopía para nosotros ahora se estaba convirtiendo en realidad. Roberto Álamo haría el papel. Tendríamos el placer y la responsabilidad de dirigirlo en nuestra primera película. Hablamos algo más de la secuencia y de su personaje y me despedí de él diciéndole que en cuanto fijáramos fecha en la localización lo llamaríamos y nos reuniríamos para un ensayo. Cuando colgué y se lo dije a Esteban solo pudimos abrazarnos fuertemente para luego volver a la realidad presente con mucha más energía.

Preparar este rodaje fue especialmente difícil, por varias razones:

Primera: Los actores. Había que reunir de nuevo a varios de los actores que habían participado en anteriores secuencias y teníamos que grabarla ese día si o si, ya que un par de actores se iban fuera de España sin saber cuando volverían y podríamos haber tenido problemas en un futuro y aquella noche era la única en la que todos podían estar allí a las ocho de la tarde. Bueno, todos menos Ana del Arco, que sólo podía quedar a partir de las once de la noche, ya que por aquellos momentos, actuaba en una sala de microteatro y salía a esa hora. Tuvimos que buscar a alguien que se encargara de recogerla mientras nosotros empezábamos a grabar otras partes y la trajera al set sobre las doce de la noche. Hablé con Javier Jiménez, un amigo mío periodista que conocí haciendo el master de guión en Globomedia. Esteban y yo estábamos dispuestos a, no sólo pagar la gasolina, si no también pagar algo más por llevar a Ana a La Cabrera, a cuarenta y cinco minutos de Madrid. Sabíamos que era un trabajo muy engorroso pero absolutamente esencial ya que de los contrario, no habríamos podido seguir grabando. Javier no dudó un instante y me dijo que contara con él. A las doce menos cuarto llegó Javier con Ana. Perfecto. Gracias amigo.

Segunda: La figuración. No fue nada fácil encontrar a gente que quisiera figurar tantas horas y encima gratis. Faltaba una semana para grabar y aún no llegábamos a los que necesitábamos. Decidimos poner un anuncio en Soloactores.com y, aunque no nos llegaron muchos, entre los mails recibidos y amigos de amigos que se iban apuntando, conseguimos los mínimos que nos hicieron falta para grabar la secuencia. Todos ellos tuvieron una actitud muy positiva y actuaron con paciencia en cada toma hasta que terminó el rodaje. Gracias a todos.

Tercera: El clima. Sería el primer y único exterior que grabaríamos en toda la película y a demás de noche. Recuerdo que en mitad del rodaje, con todo el equipo en el porche de la casa, comenzó a llover, no demasiado, pero lo suficiente como para poner en peligro el material de rodaje. Tuvimos que recoger todo rápidamente y colocarlo debajo de un toldo y esperar. Fue un momento frustrante ya que íbamos con retraso y no podíamos hacer nada hasta que dejara de llover. Por suerte, al cuarto de hora la lluvia cesó y pudimos continuar.

Cuarta: Los cuerpos de seguridad del estado. Los guardias civiles llegaron al rodaje para ver qué tramábamos. Luego los municipales, pero todo quedó en nada. Laura se encargó de hablar con ellos sabiendo que estábamos grabando de forma absolutamente legal (estábamos en propiedad privada) y no molestábamos a nadie.

Quinta: Cortes de luz. Hubo cortes en tres o cuatro ocasiones. Al principio saltaron los plomos por conectar todos los focos a la vez. Fue ahí cuando nos dimos cuenta de que, por muchos focos que tuviéramos, no íbamos a poder utilizarlos todos. Orse tenía contratado hasta un límite y no podíamos pasar de ahí y tampoco teníamos un generador donde conectarlos. Los siguientes cortes fueron parciales, se apagaban algunos focos pero, sin embargo, otros más pequeños y las luces de la casa estaban encendidas. Debía ser algún punto de conexión entre los focos. Eran las regletas, se habían quemado. Quedaron inutilizadas un par de ellas y ahí nos dimos cuenta de que no podíamos cargarlas demasiado o nos quedaríamos sin enchufes. También una manguera terminó casi ardiendo. De haber pasado más tiempo sin advertirlo podría haberse incendiado y haber quemado la casa. No quiero pensar que hubiéramos hecho entonces.


Sexta. La grúa. No pudimos utilizarla tanto como quisimos. Queríamos hacer un último plano secuencia al final de la película, pero era imposible, por pequeños inconvenientes que en conjunto se hizo un problema importante. La cámara pesaba demasiado para aquella grúa y el movimiento no era fluido. Tampoco el movimiento de travelling con la grúa era preciso, a cada baldosa la cámara pegaba un pequeño salto que hacía el plano absolutamente inviable. Recuerdo un momento, serían las tres y media o cuatro de la madrugada, en el que todo el equipo técnico estábamos intentando ocupar un puesto en la grúa; dos para hacer el travelling, otro para ir subiendo la grúa lentamente, otros para ir quitando las esteras que colocamos sobre las baldosas donde se apoyaban las ruedas porque aparecían en plano, etc… Yo mientras observaba en el monitor las pruebas que se iban realizando y no conseguíamos que el plano fuera fluido, por mucho empeño que pusiéramos, que fue mucho. Tras unos minutos observando al equipo y al monitor, pensé que era el momento de una reunión. Como diría José Luís toral, Gabinete de crisis.

- Chicos! exclamé dejadlo. Venid un momento todos por favor, vamos a reunirnos.
Todos se acercaron y nos alejamos del set.
- No funciona. Sentencié llevamos demasiado tiempo con este plano, vamos retrasados y está claro que no funciona, por muchos esfuerzos que hagamos. No son las circunstancias idóneas para este plano, no se puede hacer. Hay que pensar otra cosa.

Hubo un silencio. Esteban me miró con frustración. Ambos sabíamos que era el último plano de la película y que no podíamos hacerlo tal y como lo habíamos pensado desde hacía tanto tiempo. Fue entonces cuando se me ocurrió una idea, otra forma de resolver el plano.

- Tengo un idea para arreglar esto, a ver que os parece. En vez de hacerlo en plano secuencia, podemos hacerlo por cortes, es decir, grabar cinco o seis planos, desde un plano cercano de Esteban hasta un gran plano general donde veremos todo el mundo en el porche y luego hacer los cortes en postproducción teniendo en cuenta los tiempos de la canción.

Otro silencio.

- Me parece buena idea respondió Esteban pensativo
- Si, puede estar bien apoyó Guillermo
- Si, sería más fácil de hacer dijo Manuel

Todos estábamos de acuerdo. Grabaríamos el plano así. Tampoco nos podíamos permitir pensar muchas más soluciones así que de nuevo nos pusimos en acción. Grabaríamos todos esos planos, pero empezando por el gran plano general ya que la cámara ya estaba en la grúa. Luego, los demás los haríamos en trípode para después, en montaje, montarlos al revés.

Séptima: Explosión de cafetera. Si, explotó una cafetera. ¿Os ha pasado eso alguna vez? A mi no, desde luego. Afortunadamente cuando explotó no había nadie en la cocina pero de ser así, podría haber provocado quemaduras a los que en ese momento hubieran estado allí y, consecuentemente, haber tenido que parar el rodaje para socorrer a los afectados.

Octava: Catering. A pesar de habernos gastado más de cien euros en catering para todos, no pensamos en Mariam Torres, una de las actrices, que era vegetariana. En mitad del rodaje vino Laura y me lo comentó y cuando estaba a punto de lamentarme ella se adelantó y me dijo que ya se había encargado de prepararle una ensalada. Supongo que la prepararía con la comida que tendría Orse y Olga, los dueños de la casa. Nunca lo supe a ciencia cierta, pero se lo agradecí enormemente.

Novena: Retrasos. Todos los inconvenientes anteriores generaron retrasos en el plan de rodaje el cual,
habíamos planificado de ocho de la tarde a cuatro de la mañana. Todo el equipo empezó a cansarse y hubo alguna pequeña tensión (perfectamente comprensible) por parte del equipo artístico. Finalmente terminamos mas o menos como a las seis y pico de la mañana. Fue muy duro, pero me sorprendió la actitud de la gente, de todos. No perdieron en ningún momento la buena actitud. Creían en nuestra película y sabían que era muy importante para nosotros.

 

Décima: Falta de planos y planos mal grabados. No dábamos abasto y aun así, nos faltaron algunos planos por grabar. Por suerte, los planos que faltaban se podrían volver a hacer en la casa (Los dueños nos dijeron que volviésemos cuando quisiéramos) con un equipo reducido y sin figuración (Eran planos muy cortos que podrían falsearse perfectamente). Tras chequear al día siguiente las tomas vimos lo que faltaba por grabar y lo que debía repetirse. Eran pocos. Sabíamos que aquellos planos los podríamos grabar en una noche, en un par de horas. Tendríamos que repetir sobre todo, el monólogo de Luis, el personaje de David García Palencia, y algunos planos cercanos de Ana del Arco.

Fue, probablemente, el rodaje más duro con el que habíamos lidiado y en el que más problemas había habido. Yo llegué a casa a las ocho y media de la mañana, dando cabezadas en el coche y completamente roto.

Desperté a mediodía con agujetas por todo el cuerpo como en el resto de secuencias. Aún más. Con esa sensación de cómo si los reyes magos me hubieran dejado regalos en el salón, me entró un deseo inmediato de ver las secuencias grabadas la noche anterior, sin embargo, decidí esperar a Esteban para ver entre ambos que estaba bien y que habría que repetir.

                                                                                                                                José Manuel Montes

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